Al comer, los azúcares ingeridos que se han quedado en la boca se metabolizan por la placa (grupo de bacterias que viven en nuestra boca) y, al metabolizarse, se producen unos ácidos que hacen que el pH de la boca descienda. Este descenso del pH intraoral ataca la estructura mineral del esmalte y la destruye.

Cuando se perfora el esmalte, los microbios se dirigen hacia el interior del diente, infectando la dentina ya que ésta es una estructura orgánica mineral mucho más blanda, ideal para estos microbios.

La caries de la primera infancia, o “caries de biberón” puede producirse desde el mismo instante en que aparecen los primeros dientes en la boca del niño. Desde este mismo instante es conveniente empezar la limpieza bucal de sus dientecitos, que se llevará a cabo con una pequeña gasa húmeda.

Sin embargo, el factor tiempo juega también un papel importante. Cuanto más se tarde en iniciar los procesos de higiene dental, más probabilidades tendrá el niño de presentar caries.

La caries la ha de diagnosticar el dentista para niños mediante revisiones periódicas que han de tener lugar cada 6 meses.

Si los padres son los que la observan, ya suele ser tarde porque el proceso de destrucción del diente ya ha comenzado y habremos perdido un tiempo precioso.

Cuando la caries afecta sólo al esmalte no produce dolor. Sin embargo, si la lesión se extiende, acabará llegando al interior del diente, que es la dentina, y en estos casos, la ingesta de dulce y de bebidas frías o calientes produce dolor.

El principal amigo de la caries es la falta de una higiene correcta. Para su aparición tiene que haber un medio oral ácido, y todo aquello que pueda producirlo es potencialmente peligroso. Las chuches, bebidas refrescantes, zumos envasados, e incluso el pan, la bollería o la pasta, que en definitiva son harinas producirán ácido.

La dieta, por tanto, también es muy importante. Debemos evitar el abuso de la ingesta de los productos que hemos señalado anteriormente e intentar introducir productos que les protegen como la fruta, que tiene mucha fibra y actúa limpiando.

“Comerse una manzana es lo más saludable para los dientes tanto de los pequeños como de los mayores.”

Si la caries es pequeña y sólo afecta a esmalte bastará con hacer una obturación, conocida coloquialmente como empaste.

Si la lesión llega al nervio se realiza una pulpotomía o tratamiento del nervio que nada tiene que ver con las endodoncias realizadas en dientes definitivos.

Sólo se extrae el diente cuando no queda más remedio. En estos casos será imprescindible colocar un mantenedor de espacio para que el diente definitivo que tenga que erupcionar en su lugar no tenga problemas de espacio para hacerlo.

Cualquier infección en el diente temporal que progrese por la raíz creará una bolsa de pus que afectará al diente permanente. A veces los dientes definitivos salen con malformaciones o manchas debidas a la infección que tuvo el diente de leche en su día y no se trató de forma adecuada.

Por ello, es un gran error pensar que, puesto que algún día se le caerán los dientes de leche, no hay que preocuparse demasiado por su cuidado.

Hasta el primer año de edad, basta limpiar los dientes con una pequeña gasa humedecida.

A partir de los dos años, se introduce el cepillo, de cabezal pequeño y cerdas suaves. Los padres tienen la labor de enseñar al pequeño y crear el hábito en el niño después de cada comida. La cantidad de pasta debe ser mínima (una lenteja).

La fluoración, bajo control del profesional, es uno de los remedios más eficaces contra la caries. El esmalte se puede reforzar y remineralizar mediante la aplicación de fluor. Es recomendable una aplicación de flúor cada 6 meses.